Representación con Guión: Latinas en la Lucha por el Sufragio Femenino
Lucretia del Valle
Courtesy of David “Bodie” Bailey Family Archives | National Women’s History Museum
Con solo diecinueve años, Lucretia del Valle acaparó las miradas al dar vida en el escenario al personaje de la Señora Yorba en la famosa obra de teatro de John Stevens McGroarty, The Mission Play, en 1912. Su casting fue un acto deliberado. Dado que retrataba la historia de las primeras misiones en California, Del Valle aportó una rica herencia de los hispanos en California a su personaje como descendiente de los primeros colonos hispano-mexicanos del estado. Vestida con las reliquias de su familia, Del Valle hizo énfasis en su pasado “español” como un vínculo directo con el personaje de la Señora Yorba y el rol de los misioneros católicos hispanoparlantes en la introducción de la “civilización” en el estado. La actriz aprovechó esa actuación como una oportunidad para legitimar las demandas de pertenencia y ciudadanía de los hispano-mexicanos en el estado, al aludir al rol que ejercieron en los primeros asentamientos colonos en el estado. Su interpretación de la Señora Yorba fue, en última instancia, una declaración política y un ejemplo del amplio espectro del activismo político de las mujeres latinas.
Lucretia del Valle
Courtesy of David “Bodie” Bailey Family Archives | National Women’s History Museum
Al ser hija de Reginaldo del Valle, el primer representante de herencia hispano-mexicana en asumir el cargo tras ser elegido a la asamblea estatal en 1880, las ideas de participación cívica y ciudadanía de Del Valle estuvieron fuertemente influenciadas por su crianza. En 1911, California se convirtió en el sexto estado donde las mujeres podían votar en igualdad de condiciones con los hombres. Ese mismo año, Del Valle cumplió dieciocho años y vio a mujeres de 21 años o más ejercer su derecho al voto.
Después de ganar fama por su personaje de la Señora Yorba, Del Valle se trasladó a Nueva York para inscribirse en el Departamento de Filosofía Política de la Universidad de Columbia en 1917. Como Nueva York no había aprobado para entonces el derecho al sufragio de las mujeres, Del Valle se vio imposibilitada de votar. Así pues, puso en práctica sus estudios, transformando sus habilidades actorales en acción política a través de la oratoria, movilizando a otras mujeres de la costa este a luchar por el derecho al voto. Allí conoció a quien sería su marido, el profesor Henry Grady, y pasó la última parte de su vida sirviendo junto a él en su carrera de embajador, abordando los derechos de las mujeres internacionalmente, fuertemente involucrada en los clubes regionales de California, y trabajando como delegada de la Convención Nacional Demócrata.
Lucretia Del Valle Family Potrait
by Long Beach Tin Type Gallery
National Women’s History Museum
La historia de Lucretia del Valle es tan solo una de las numerosas experiencias políticas biculturales hispanas que las situaron en la dualidad de vivir una vida dividida por ese guión que identifica a las minorías. En el caso de estas sufragistas latinas, sus antecedentes culturales hispanos moldearon sus nociones de deber cívico y ciudadanía en los Estados Unidos. Su lucha por la representación fue multifacética, ya que combinaba su creencia en la igualdad de derechos de la mujer con su empeño en la preservación de su patrimonio cultural.
Así pues, la vida de Del Valle toca temas comunes a una narrativa compartida de manera general por las sufragistas latinas y arroja luz sobre la realidad de que el activismo político asumió muchas formas distintas. El trabajo de Del Valle antes de 1920 y mucho después de entonces amplía nuestra noción de que el movimiento del sufragio no se limitó a un momento específico de la historia y que, tras la ratificación, las mujeres buscaron ingresar a instituciones tradicionalmente masculinas para potenciar su influencia. También nos recuerda cómo la línea de tiempo del sufragio varió enormemente de estado a estado antes de alcanzar un impulso nacional y que las latinas ejercieron un rol directo en el avance del movimiento
Map of Mexico Prior to Guadalupe Hidalgo - 1846
Disturnell, John, 1801-1877 | National Women’s History Museum
Al igual que la historia general del Movimiento Sufragista Femenino, la experiencia hispana y latina lidió con polémicas complicadas de raza y clase social. Desde los primeros asentamientos en los territorios de Estados Unidos y México, los colonos escondieron sus identidades mestizas (española/indígena) y mulatas (española/africana), posicionándose como “españoles” para obtener poder económico y social. La práctica de la servidumbre en la frontera colonial entre personas de origen indígena y africano aumentó más todavía esta división racial.
La posición de Del Valle como hija de una familia prominente que se benefició de su posición como “ciudadanos del tratado”, el primer grupo de personas consideradas de manera ambigua blancas, que pudieron ocultar su identidad mestiza y obtener la ciudadanía colectiva de los Estados Unidos después de la Guerra México-Estadounidense a través del Tratado de Guadalupe Hidalgo, acrecentó su influencia política. Esa no fue la misma realidad para todas las mujeres latinas, especialmente las latinas de color, y la adquisición por parte de los Estados Unidos, entre 1848 y 1898, de territorios predominantemente hispanos con sus jerarquías raciales y de clase arraigadas tuvo efectos duraderos que se entrelazan con la historia del sufragio femenino
La Dona Tules (Gertrude Barcelo 1800 - 1852?) - 1853
Harper's Monthly Magazine | National Women’s History Museum
ANTES DE OCUPACIÓN DE ESTADOS UNIDOS
Antes de la ocupación estadounidense y la anexión de territorios fronterizos como Nuevo México, Arizona, Texas y California, las mujeres bajo la tradición legal española y mexicana disfrutaban de mayores derechos que las mujeres bajo el derecho común inglés. Bajo la ley española y mexicana, las mujeres gozaban de la condición de “personas” y tenían derecho a heredar y poseer tierras y propiedades, a trabajar y ganar dinero, a pelear en tribunales y mantener sus apellidos de soltera cuando se casaban. Por el contrario, según el derecho común inglés, las mujeres casadas se convertían en “mujeres encubiertas” (muertas a los ojos del sistema jurídico) y no podían tener propiedades separadas de sus maridos. Aunque bajo la ley mexicana, las mujeres de habla hispana a veces peleaban por disputas de tierras en los tribunales, al igual que sus contrapartes euroamericanas también tenían que mantener un delicado equilibrio entre ser una “dama” y asumir las tareas del hogar.
Una neomexicana simbólica que se benefició de estos derechos fue La Tules o doña Gertrudis Barceló (1800-1850). Nacida en Sonora, México, su familia se mudó a la parte norte de Nuevo México luego de que México se independizara de España. Barceló ganó estatus como rica propietaria de negocios a través de acuerdos comerciales, inversiones y juegos de azar. Supo sacar provecho de la afluencia de euroamericanos en el Camino de Santa Fe antes y durante la Guerra México-Estadounidense con su “Sala”, un salón local de apuestas donde se jugaba Monte, un juego de cartas de origen español. Venido originalmente a México desde España, el Monte ganó popularidad en los Estados Unidos cuando las tropas introdujeron su práctica durante y después de la Guerra.
La Tules Diana Bryer Illustration
Diana Bryer | National Women’s History Museum
Marcada por una época en la que las interacciones entre hispanoamericanos y euroamericanos iban en aumento, se le reconoce a la Sala de Barceló por haber ofrecido posibilidades de aculturación a los euroamericanos que arribaban a Santa Fe. En este salón, aquellos hombres fueron expuestos a la música, los hábitos y el humor locales, proporcionándoles la oportunidad de interactuar de primera mano con la comunidad.
En momentos en que el Congreso de los Estados Unidos debatía la anexión de Arizona, California, el oeste de Colorado, Nevada, Nuevo México, Texas y Utah, el personaje de Barceló fue manipulado para justificar la ocupación, y se hacía referencia a los “hábitos relajados” de las mujeres hispano-mexicanas. Se transmitieron imágenes negativas de Barceló y las actividades de su salón, junto con otras mujeres de habla hispana, para legitimar la conquista euroamericana de la región y mantener vivos los estereotipos antimexicanos. Las revistas y las novelas describían a las mujeres de habla hispana como “llamativas y moralmente relajadas”, obsesionadas con conductas pecaminosas como el juego y la bebida. La población hispano-mexicana en su conjunto fue descrita como gente semicivilizada que se beneficiaría de los efectos de la anexión de Estados Unidos. Estas ideas se conocieron como la doctrina del “Destino Manifiesto”.
María Ruiz de Burton (before 1895)
National Women’s History Museum
Con el fin de la Guerra México-Estadounidense en 1848 y bajo los términos del Tratado de Guadalupe Hidalgo, los ciudadanos mexicanos en Arizona, California, el oeste de Colorado, Nevada, Nuevo México, Texas y Utah se convirtieron automáticamente en ciudadanos estadounidenses en 1849. Aunque a estos ciudadanos mexicanoamericanos se les prometió igualdad de derechos bajo el Tratado, rápidamente se vieron convertidos en ciudadanos de segunda. Durante este período, las familias mexicano-españolas experimentaron una pérdida considerable de sus tierras y títulos, pues fueron relegadas a oficios de menor nivel como trabajo agrícola, trabajo doméstico y procesamiento de alimentos. Las vidas de las mujeres también cambiaron drásticamente bajo la ocupación estadounidense, dado que perdieron los derechos que tenían anteriormente bajo la tradición legal española y mexicana, y entraron a la fuerza laboral a cambio de un salario por necesidad económica.
María Amparo Ruiz de Burton, considerada la primera novelista mexicoamericana y precursora del movimiento chicano, plasmó estos cambios en dos de sus novelas, escritas en inglés. En su primera novela, Who Would Have Thought It (1872), hizo una crítica al racismo y el imperialismo de Estados Unidos y la marginación de las mujeres; y en su segunda novela, The Squatter and the Don (1885), se pronunció en contra de la confiscación euroamericana de tierras mexicanas y ofreció un punto de vista de los hispanos en California del Destino Manifiesto.
Adelina Otero-Warren - Jul 11, 1923
Bain News Service, publisher | National Women’s History Museum
NUEVO MÉXICO
El influyente neomexicano Manuel B. Otero, padre de Adelina “Nina” Otero-Warren, fue víctima de estas usurpaciones de concesiones de tierras. Fue asesinado por los anglos por una disputa de tierras que dejó a Nina, de dos años de edad, sin padre. Al ser testigo en primera fila de los efectos de la inmigración anglosajona en los territorios predominantemente hispano-mexicanos, Otero-Warren comprendió, al igual que otros políticos hispanos, la importancia de ganar poder político en el estado para defender la propiedad y la cultura de su comunidad.
Su tío materno desempeñó un rol clave durante la Convención Constitucional de Nuevo México en 1910. Para proteger las disposiciones del idioma español y las libertades religiosas de los católicos, los miembros de la Convención Constitucional hicieron que la Constitución fuera difícil de enmendar. Cualquier cambio requería el voto de dos tercios de los legisladores, seguidos de la aprobación de tres cuartos de los votantes en cada condado. Otero-Warren se mudó con su familia a Santa Fe luego del nombramiento político de su padrastro y utilizó las relaciones de las carreras políticas de su familia para aumentar su influencia en el estado. Se convirtió en la primera mujer superintendente de escuelas en Santa Fe y asumió un papel destacado en la lucha por el sufragio.
Santa Fe New Mexican Newspaper Clipping - Nov 29, 1919
Printed with permission from The Santa Fe New Mexican, November 2020 | National Women’s History Museum
Las mujeres de todo el país comenzaron a reafirmar su influencia a través de los Clubes de Mujeres, formados en la década de 1890 durante el Movimiento Cristiano por la Templanza. En el caso de Nuevo México, un pequeño grupo de latinas de élite políticamente conectadas se abrió paso en estos clubes predominantemente anglosajones. Estas mujeres actuaron como patrocinadoras de las mujeres de habla hispana no representadas en el sistema y abogaron por una legislación en su nombre.
A partir de esta experiencia, las mujeres vieron en el derecho al voto una vía para defenderse a sí mismas y a sus hijos. Lucharon para que se incluyera el sufragio pleno en la Constitución de Nuevo México en 1912, pero no tuvieron éxito. Si bien los hombres de la Convención habían incluido en la Constitución el derecho de voto de las mujeres en las elecciones escolares, las mujeres no podían votar en otras elecciones. Debido a las disposiciones establecidas en la convención que hacían que la Constitución fuera extremadamente difícil de enmendar, las sufragistas de Nuevo México consideraron que la ratificación de una enmienda nacional era su forma de obtener el derecho al voto. Sus esfuerzos llamaron la atención de los prominentes líderes del sufragio del país.
National Women's Party - 1915
National Woman's Party Collection Library of Congress | National Women’s History Museum
El 21 de octubre de 1915, ciento cincuenta sufragistas anglosajonas e hispanas se unieron en las calles de Santa Fe para hacer una declaración en apoyo del sufragio femenino. La marcha abarcó la geografía política de la capital de Nuevo México y atrajo a cientos de personas. El desfile coincidió con la visita de Ella St. Clair Thompson, organizadora del Partido Nacional de la Mujer (NWP por sus siglas en inglés, conocido hasta 1916 como la Unión del Congreso). El Partido Nacional de la Mujer fue fundado por Alice Paul y se centraba en lograr una enmienda que prohibiera la discriminación en el voto basada en el sexo, en tanto que la Asociación Nacional Estadounidense por el Sufragio de la Mujer fue dirigida por Carrie Chapman Catt y se centró en la ratificación por parte de los estados.
Al reconocer la importancia de trabajar con mujeres de habla hispana cuyas comunidades tenían mucho poder e influencia política, Paul y la Unión del Congreso mandaron por vez primera organizadores y recursos a Nuevo México en 1914. Escucharon a líderes como Aurora Lucero-White Lea y Nina Otero-Warren, que les recalcaron la importancia de dirigirse a las mujeres de habla hispana.
Aurora Lucero-White (1915)
National Women’s History Museum
La marcha concluyó en la casa del notorio senador estadounidense antisufragista Thomas Catron (R-NM). Cuatro mujeres –dos anglosajonas y dos hispanas– fueron designadas para dar discursos en los que solicitaban de manera formal al senador que apoyara la enmienda federal a su regreso a Washington.
Aurora Lucero-White Lea, hija del primer Secretario de Estado de Nuevo México y una de las dos mujeres hispanas elegidas para pronunciar un discurso, era una educadora bilingüe de Las Vegas, Nuevo México. Al igual que Otero-Warren, estaba bien conectada políticamente y reconoció la necesidad de atraer a las mujeres de habla hispana, que constituían al menos el cincuenta por ciento de la población femenina de Nuevo México. Hablando en español, motivó a las mujeres a unirse a la campaña y trabajó para distribuir folletos promocionales en español. Si bien el senador Catron declinó la solicitud de la sufragista, la causa de estas mujeres ganó gran visibilidad en la capital y en cobertura de prensa. Un año después de la Marcha de Santa Fe de 1915, las mujeres de Nuevo México fundaron una rama estatal oficial del NWP y eligieron a Nina Otero-Warren como vicepresidenta estatal. Cuando la primera presidenta renunció, Otero-Warren ocupó su lugar a petición de Alice Paul.
Las voces de estas poderosas sufragistas se pueden oír en este corrido de la votación. Los corridos son baladas poéticas usadas que narran historias retóricamente poderosas y comunican temas socialmente relevantes. Su origen se remonta a México y suelen ser cantados por hombres. Sin embargo, al no tener autor conocido, este corrido adopta una perspectiva femenina que insta a las mujeres a seguir avanzando con su trabajo en los clubes de mujeres, obtener el derecho al voto y, en última instancia, ampliar su rol en la sociedad.
Dese a la mujer de California el derecho de votar - 1911
Political Equality League, Ella Strong Denison Library; Claremont Colleges Digital Library | National Women’s History Museum
CALIFORNIA
Las sufragistas californianas, como María Guadalupe Evangelina de López y Selina Solomons, adoptaron tácticas similares para incorporar a otras mujeres de habla hispana a la causa. En su caso, sin embargo, su lucha se centró en la ratificación estatal. California había incluido la Propuesta 4, relacionada con el sufragio femenino, en la boleta electoral para someterla a votación en octubre de 1911.
Educadora renombrada, María Guadalupe Evangelina de López fue una de las instructoras más jóvenes en enseñar en UCLA y la primera instructora latina confirmada en la universidad. Antes de ocupar su puesto en UCLA, López enseñó inglés como segundo idioma en Los Ángeles High School y fue traductora. También participó activamente en el Club de Votos para las Mujeres de la región de Los Ángeles. Durante su mitin de 1911 para promover la adopción de la Proposición 4, López pronunció su discurso en español y trabajó para traducir al español los materiales de sufragio para la campaña.
Selina Solomons Portrait (1911)
by The New Woman Pub. Co.
National Women’s History Muse
Junto a López trabajaba para la causa Selina Solomons, una judía sefardí de familia de clase media cuya ascendencia se remontaba a España e Inglaterra. Cuando California no aprobó el derecho al voto en 1896, Solomons se enfocó en llegar a los votantes de clase media y baja. Fundó el Club de Votos para las Mujeres en 1910 en el centro de San Francisco, con el objetivo de educar a las mujeres de distintas clases sobre el movimiento del sufragio. Dirigió una activa campaña en 1911 con las mujeres del club y alentó a las mujeres de la clase trabajadora a involucrarse con el sufragio.
El 10 de octubre de 1911, California aprobó la Proposición 4 y se convirtió en el sexto estado donde las mujeres tenían el derecho al voto. En 1912, Solomons publicó How We Won the Vote in California: A True Story of the Campaign of 1911, en el que describió el proceso exitoso que le valió a las mujeres el derecho al voto en California, desde las etapas iniciales del cabildeo hasta los esfuerzos de recaudación de fondos.
Jovita Idár Portrait - 1905
General Photograph Collection/UTSA Libraries Special Collections via NYT | National Women’s History Museum
Nacida en Laredo, Texas, Jovita Idár estuvo expuesta al periodismo y al activismo político desde muy joven. Su padre, Nicasio, era un editor del periódico La Crónica, la principal fuente de noticias y activismo por los derechos mexicano-estadounidenses en la región. En 1911, su familia fue la anfitriona del Primer Congreso Mexicano, cuyo objetivo era unificar a los mexicano-estadounidenses al otro lado de la frontera para luchar por la injusticia y la igualdad. Más adelante en ese mismo año, Idár escribió un artículo para La Crónica apoyando el sufragio femenino y alentando a las mujeres a votar, antes de fundar La Liga Femenil Mexicanista.
De regreso a Texas tras servir como enfermera durante la Revolución Mexicana, Idár trabajó en el periódico El Progreso. Su experiencia en México la impulsó a escribir un artículo en protesta por la decisión del presidente Woodrow Wilson de enviar tropas estadounidenses a la frontera. Cuando el Ejército de los Estados Unidos y los Rangers de Texas se presentaron en las oficinas de El Progreso para cerrarlo tras la publicación de su artículo, Idár bloqueó la puerta principal para impedirles la entrada. A pesar de que los Rangers volvieron cuando ella no estaba presente para destruir la imprenta y cerrarla, a Idár se le reconoce por su declaración simbólica.
Teresa and Andrea Villarreal - Mar 19, 1919
The Daily Missoulian | National Women’s History Museum
El trabajo de las sufragistas latinas en Texas estaba entrelazado con la Revolución Mexicana y sus impactos en los ciudadanos mexicano-estadounidenses. Las latinas acudían a la prensa para hablar del racismo, la Revolución, la segregación y el avance de los derechos de la mujer. Experimentando de primera mano los impactos de la Revolución Mexicana, las hermanas Andrea y Teresa Villarreal fueron activistas y organizadoras políticas que huyeron de su ciudad natal de Nuevo León, México, debido a su apoyo al Partido Liberal Mexicano (PLM). En última instancia, abriéndose camino en San Antonio, Texas, fundaron La Mujer Moderna, un periódico feminista. Mediante esta plataforma, difundieron sus ideas sobre reformas sociales, políticas y económicas en relación con las condiciones de los mexicano-estadounidenses en Texas y el avance de los derechos de las mujeres.
En mayo de 1919, se celebró un referéndum para enmendar la Constitución de Texas a fin de conceder el pleno sufragio a las mujeres, al tiempo que se privaba del derecho de voto a los extranjeros no ciudadanos. En última instancia fracasó y la Legislatura de Texas ratificó la 19ª enmienda en junio de ese año, convirtiéndose así en el noveno estado, y el primero del sur, en conceder el derecho al voto a las mujeres.
Centro Cubano
Robertson and Fresh Collection of Tampa Photographs | Tampa, Florida | National Women’s History Museum
FLORIDA
A más de mil millas de distancia, la lucha por el sufragio femenino dentro de la comunidad hispana y latina de Tampa, Florida, se entrelazaba con la sindicalización en torno a las condiciones laborales en la industria del tabaco. La participación cívica se originó primero en clubes étnicos y sociedades de ayuda mutua en vecindarios que ofrecían asistencia social y cultural, como Ybor City. Un club étnico afrocubano, La Unión Martí-Maceo, fue el primero en crear un comité de damas encargado de organizar funciones sociales.
Women at work in a cigar factory - 1934
Burgert Brothers, University of South Florida Library | Tampa, Florida | National Women’s History Museum
Estos clubes estaban conformados por gente de la clase trabajadora que defendía su visión de una sociedad bien ordenada. Su trabajo en las fábricas, mientras escuchaban las noticias proporcionadas por un “lector”, les permitía estar informados sobre los temas políticos del día. Las huelgas por las condiciones laborales comenzaron a principios de la década de 1880 y continuaron durante la década de 1900. Si bien las huelgas proporcionaron terreno para la cooperación a través de las divisiones raciales y étnicas, la aceptación de las leyes Jim Crow por parte de los cubanos blancos fuera de la planta y del sindicato supuso un fuerte contraste, ya que estos buscaban diferenciarse de los cubanos de color. Durante períodos más pacíficos, los clubes étnicos afianzaron los lazos étnicos y raciales, y las mujeres latinas regresaron a ámbitos específicos de su sexo.
Con la transformación de la fuerza laboral debido a la inmigración en curso y el aumento de organizaciones de un solo sexo en las comunidades afroamericanas y anglosajonas, surgió un espacio para el activismo de las mujeres hispanas.
Luisa Capetillo Headshot
National Women’s History Museum
PUERTO RICO
La feminista puertorriqueña Luisa Capetillo reflejó estas mismas preocupaciones experimentadas en Tampa y se organizó en torno a su creencia en el vínculo inextricable entre las luchas de clases y el sufragio femenino. Nacida en Arecibo de padres franceses y españoles, creció durante el final de la Guerra Hispanoamericana de 1898, que terminó con España cediendo la colonia de Puerto Rico a los Estados Unidos. Como otras mujeres de la isla, Capetillo tomó trabajos en el procesamiento de tabaco y costura para empresas estadounidenses y puertorriqueñas. Con el auge de la agricultura corporativa en los Estados Unidos, los hombres experimentaron pérdidas de salario y las mujeres se volvieron decisivas en la manutención de la familia.
La visión de Capetillo sobre el feminismo difería de la de las sufragistas de clase media de la época, pues ella creía que la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos no era distinta de la lucha por los derechos de los trabajadores, ya que la educación, decía, era el catalizador de cualquier cambio social. Incluso en Puerto Rico, Capetillo difería de la opinión de otras latinas profesionales y de clase alta que abogaban por el sufragio solo para mujeres alfabetizadas y educadas. Su enfoque en la lucha de clases rechazaba la idea del sufragio limitado, basado en la educación y en el ingreso.
Luisa Capetillo Collage - Jul 1, 1912
The Richmond palladium and sun-telegram, Chronicling America: Historic American Newspapers. Lib. of Congress | National Women’s History Museum
Capetillo llegó a ocupar el prestigioso puesto de “lectora” en las fábricas de tabaco y se unió a los sindicatos para pelear por mejores condiciones de trabajo. Desempeñó un rol importante en la Federación Libre de Trabajadores (FLT), el sindicato anarcosindicalista de trabajadores tabacaleros puertorriqueños, donde fue corresponsal para La Unión Obrera. En 1908, la convención anual de la FLT se convirtió en la primera organización de cualquier tipo en Puerto Rico en exigir el derecho al voto de las mujeres; y la organización aprobaba regularmente resoluciones pidiendo mejoras en la educación, los derechos legales y políticos de las mujeres.
En 1911, Capetillo se mudó a la ciudad de Nueva York, donde se organizó junto a los trabajadores de las fábricas de cigarros de la ciudad y fue una de las pocas mujeres que hizo de lectora en esos lugares. Allí publicó su colección más famosa de ensayos Mi opinión sobre las libertades, derechos y deberes de la mujer. En 1912, se mudó a Tampa, donde continuó su trabajo como lectora y periodista. El tiempo que pasó en Ybor City, un vecindario de Tampa, trabajando junto a trabajadores tabacaleros cubanos, italianos, afroamericanos y españoles, influyó en su colección de textos de 1916, Influencias de las ideas modernas. En 1915, viajó a Cuba y participó en una huelga de trabajadores de la caña de azúcar. Ahí fue arrestada por “causar una escena”, esto es, ir en contra de los códigos culturales y sociales actuales, y de llevar pantalones en público. Más tarde fue liberada y regresó a Puerto Rico, donde continuó organizando hasta su muerte en 1922.
Ana Roque de Duprey
by General Archives of Puerto Rico
National Women’s History Museum
En 1917, el Congreso firmó la Ley Jones-Shafroth, que convirtió a todos los puertorriqueños en ciudadanos estadounidenses sin rescindir su ciudadanía puertorriqueña. Sin embargo, la ciudadanía vino sin la promesa de otorgar la categoría de estado o derechos a votos federales. Los llamados al sufragio femenino habían comenzado décadas antes con el trabajo de Luisa Capetillo y Ana Roqué de Duprey. Ana, una educadora, fundó en 1898 La Mujer, la primera revista “solo para mujeres” del país, y dedicó su carrera a brindar educación a las niñas de la isla y preparar a las posibles maestras jóvenes para sus exámenes. Coincidiendo con el año en que los puertorriqueños obtuvieron la ciudadanía estadounidense, Ana fundó la Liga Feminista Puertorriqueña y centró sus esfuerzos en el derecho al voto de las mujeres en los años subsiguientes.
Cuando fracasó un proyecto de ley para el sufragio femenino en 1919, Genara Pagán revivió el llamado al sufragio en 1920, tras la aprobación de la 19ª enmienda, cuando intentó registrarse para votar y fue rechazada. Las sufragistas puertorriqueñas continuaron febrilmente su lucha, presionando por proyectos de ley que otorgase derechos a las mujeres en la isla. En 1929, la legislatura puertorriqueña extendió los derechos de voto al pequeño grupo de mujeres que sabían leer y escribir. No fue sino hasta 1935 que todas las mujeres puertorriqueñas tuvieron acceso a la boleta electoral por medio de leyes locales en lugar de una reforma constitucional a nivel federal.
Paulina Luisi (1921)
by William Belmont Parker
National Women’s History Museum
Pan Hispanic Movement
Haciéndose eco de la línea de activismo de Capetillo, el movimiento feminista panhispánico de América Latina también difería del movimiento feminista norteamericano. En el caso de las latinas que vivían fuera de los Estados Unidos continentales, su activismo no se refería únicamente al voto y a la igualdad de derechos de las mujeres ante la ley, sino que, además, buscaba desafiar las múltiples formas de opresión y violencia política, económica y social.
Si bien Doris Stevens, del Partido Nacional de la Mujer y presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres, impulsaría más adelante la adopción y el apoyo de la Enmienda de Igualdad de Derechos en los Estados Unidos y la inclusión de ese vocabulario en el derecho internacional, sufragistas latinoamericanas como Paulina Luisa, de Uruguay; Bertha Lutz, de Brasil; Clara González, de Panamá; Ofelia Domínguez Navarro, de Cuba, y Marta Vergara, de Chile, crearían su propia línea de “feminismo práctico”, que se centraría en la materialización de los derechos humanos.
Nineteenth Amendment to the United States Constitution - Jun 4, 1919
National Archives and Records Administration. Office of the Federal Register. 4/1/1985 - Organization Authority Record, Department of State. 9/1789 - Organization Authority Record | National Women’s History Museum
LA 19ª ENMIENDA
En mayo de 1918, la sufragista de Nuevo México Cora Armstrong Kellam se reunió con el presidente Wilson en calidad de delegada del Comité de Mujeres del Consejo de Defensa Nacional, y apeló a los esfuerzos de las mujeres en la guerra para cabildear por el movimiento. En su reunión enfatizó en el hecho de que las mujeres en el oeste estaban cada vez más inquietas, a la espera del paso largamente retrasado y lo instó a actuar. Un año después, en junio de 1919, el Congreso aprobó la 19ª enmienda.
Aunque estas sufragistas en Nuevo México habían cabildeado intensamente antes de la sesión legislativa de febrero de 1920, algunos miembros del partido vacilaron en el último minuto a causa de un movimiento antisufragista al que se estaban uniendo los hombres hispanos. Nina Otero-Warren desempeñó un papel clave en asegurar que la legislatura de su estado ratificara la 19ª enmienda en febrero de 1920, presionando ferozmente y utilizando su nuevo cargo como presidenta del comité estatal Republicano de mujeres para reunirse con los legisladores y disciplinar sus votos. Nuevo México se convirtió en el 32º estado en ratificar, lo que contribuyó a alcanzar los 36 estados necesarios.
Soledad C. Chacon (1923 - 1926)
National Women’s History Museum
DESPUES DE LA RATIFICACIÓN DE LA 19ª ENMIENDA
Con la ratificación de la 19ª Enmienda, las mujeres, ahora con derecho al voto, se propusieron entrar en instituciones predominantemente masculinas para ejercer su influencia. En Nuevo México, los partidos Demócrata y Republicano nominaron a mujeres como candidatas a cargos públicos en elecciones. Los Republicanos nominaron a Nina Otero-Warren para un escaño del Congreso en 1922. Aunque venció al titular masculino en las primarias, perdió en la elección principal. Sin embargo, su campaña fue noticia a nivel nacional y se le considera un momento histórico.
Ese mismo año, los Demócratas de Nuevo México nominaron a dos mujeres para cargos estatales. La candidata a Secretaria de Estado era Soledad Chávez de Chacón, una mujer hispana. Chávez de Chacón ganó las elecciones, convirtiéndose en la primera latina elegida para un cargo estatal en los Estados Unidos y la primera mujer de la nación en ganar una elección para ese cargo. Ella cumpliría dos términos hasta 1926, y en 1934 fue elegida para la Cámara de Representantes de Nuevo México, convirtiéndose en la cuarta latina en ocupar ese cargo
Doña Felisa
Fundación Felisa Rincón de Gautier | National Women’s History Museum
En 1946, San Juan, Puerto Rico, eligió a Felisa Rincón de Gautier, ampliamente conocida como Doña Fela, como la primera alcaldesa en cualquier ciudad capital del hemisferio occidental. Gautier participó activamente en la campaña para lograr que las mujeres puertorriqueñas tuvieran el derecho al voto, y cuando las mujeres que pasaron las pruebas de alfabetización pudieron votar en su primera elección importante en 1932, ella fue la quinta mujer en la isla en registrarse como electora. Durante su periodo como alcaldesa de San Juan, Gautier centró su trabajo en causas sociales que abogaban por los derechos de la mujer, así como en programas de cuidado infantil, centros para ancianos y asistencia legal para los pobres. Su gestión dio lugar a un progreso extraordinario en las áreas de bienestar público, obras públicas, expansión de las oportunidades educativas y culturales, así como al fortalecimiento de las relaciones con los Estados Unidos y América Latina.
Dolores Huerta (Mar 8, 2019)
by Jay Godwin
National Women’s History Museum
Además de postularse para cargos públicos, las latinas se han organizado por medio de su trabajo en organizaciones de defensa política como la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC, por sus siglas en inglés), una importante organización de derechos civiles para los mexicano-estadounidenses en el suroeste del país, fundada en Texas en 1929, y la Organización de Servicios Comunitarios (CSO, por sus siglas en inglés), una confederación estatal fundada en California en 1947 que se centró en registrar votantes y mejorar los servicios públicos. Tras la formación de la LULAC, la activista feminista y de derechos civiles Adela Sloss-Vento se comprometió con la causa de las organizaciones antes de que las mujeres pudieran unirse a ellas y tuvo un rol muy activo en la recaudación de fondos para la primera demanda contra la segregación, Del Río ISD v. Salvatierra. En 1933, cuando la LULAC finalmente permitió que las mujeres se unieran como miembros, Sloss-Vento cofundó el consejo de Damas LULAC.
Las latinas también asumieron roles prominentes como activistas por los derechos laborales, luchando por los derechos de la clase trabajadora y la comunidad. Luisa Moreno, una inmigrante de Guatemala, dedicó su vida a organizarse en torno a las prácticas laborales injustas y el abuso salarial. Junto a Josefina Fierro, oriunda de Mexicali, organizó el Congreso de Pueblos de Habla Española en 1939. Siguiendo el ejemplo de Luisa Moreno, Dolores Huerta presionó para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores agrícolas. Fue cofundadora de la Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas (NFWA, por sus siglas en inglés), más tarde conocida como United Farm Workers (UFW) en 1962 junto a César Chávez. Su trabajo se prestaría al surgimiento del movimiento feminista Chicana a fines de la década de 1960, y a la organización de mujeres a través del Partido Nacional de La Raza Unida (LRUP, por sus siglas en inglés).
Romana Acosta Bañuelos - Dec 17, 1971
Office of the Treasurer | National Women’s History Museum
En 1970, buscando retribuir el trabajo de la Asamblea Nacional Hispana Republicana en su elección, el presidente Richard Nixon eligió a Romana Acosta Bañuelos para el cargo de Tesorera de los Estados Unidos. Bañuelos nació en Miami, Arizona, en 1925, hija de inmigrantes mexicanos. Luego de que su familia fuera deportada en 1933 durante la Gran Depresión, Bañuelos regresó a los Estados Unidos en 1943 y comenzó su propia fábrica de tortillas en el centro de Los Ángeles. El rápido éxito de su fábrica de tortillas llevó a la creación de Ramona’s Mexican Products y, en 1963, fundó el Banco Nacional Panamericano en el este de Los Ángeles para ayudar a los latinos con dificultades en la región.
Bañuelos fue confirmada como la 34ª tesorera de la nación y la primera latina en el cargo en la historia de los Estados Unidos, el 17 de diciembre de 1971. Con este nombramiento, se convirtió en la mexicoamericana de más alto rango en el gobierno. Ella allanaría el camino para que otras latinas, como Katherine Ortega, Catalina Vásquez Villalpando, y más recientemente Rosie Ríos, asumieran el mismo cargo de tesoreras de Estados Unidos.
Alexandria Ocasio-Cortez - Nov 30, 2018
Franmarie Metzler; U.S. House Office of Photography | National Women’s History Museum
Las latinas de todo el país han seguido organizándose en números, rompiendo barreras invisibles al hacer historia con sus ascensos a posiciones de liderazgo. En Nuevo México, Susana Martínez fue elegida como la primera mujer gobernadora del estado y la primera gobernadora latina del país en 2010. En Nevada, Catherine Cortez Masto se convirtió en la primera latina en servir en el Senado de los Estados Unidos, en 2017. Más recientemente, en 2019, en Arizona, Regina Romero se convirtió en la primera y única alcaldesa latina en los Estados Unidos continentales. Por lo demás, muchas otras latinas increíbles se están desempeñando en posiciones locales y estatales, organizaciones y corporaciones, abogando para que su voz y la voz de su comunidad sean escuchadas.
El ascenso de la Congresista Alexandria Ocasio-Cortez sólo nos recuerda el enorme poder que tienen las latinas para dar forma a la agenda nacional y guiar los temas políticos del día. Desde la creación de este país hasta la obtención del derecho al voto y más allá, las latinas se han posicionado consistentemente a la vanguardia del cambio político, a la vez que abrazan su herencia y cultura. Su identidad marcada “con guiones” es una identidad de poder y orgullo. Es hora de que hagamos justicia a su historia amplificando su trabajo y celebrando sus historias como únicamente estadounidenses.
Credits
Exhibición curada y escrita por Mariana Brazão, Becaria de Investigación de Historia Pública, otoño de 2020. Editada por la Dr. Cathleen D. Cahill, Consejera de la Exhibición.
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